SOBRE NOSOTROS
“¿Alguna vez te has despertado pensando que algo tiene que cambiar?”
Yo llevo más de cuatro años con esa pregunta latente en mi cabeza. En esas madrugadas silenciosa, me preguntaba: ¿En quién debo convertirme para hacer y, por consecuencia, tener?
Fue una pregunta bastante compleja al principio, porque yo sabía que todo comenzaría con un deseo ardiente dentro de mí, algo que no solo soñara, sino que actuara. Que tuviera la fuerza para levantarme cada mañana, aún con dudas, y decir: hoy voy a dar un paso más. Yo quería tener un deseo ardiente que fuese parte de mí; qué interiorizara mi ser para poder hacer y luego tener. Yo sabía que tenía que sintonizar la frecuencia de tal manera que el proceso me llevara a entender que toda evolución y transformación debía hacerse de adentro hacia afuera, para que lo que viera por fuera reflejara lo que interiormente ya había sembrado.
Aun viviendo en Puerto Rico ya sabiendo que muy pronto me iría nuevamente a vivir a los Estados Unidos. En mi habitación “mi refugio”, hablaba conmigo misma en silencio, ya que es un hábito muy marcado en mi desde joven. Espacio donde me cuestiono, me aconsejo me aplaudo, me felicito, me abrazo, donde pongo mis ideas claras y demás… Observaba el techo, respiraba profundo, invitaba a Dios a esa conversación íntima y le hacia la misma pregunta que me hacía a mí. Dios ¿En quién debo convertirme para hacer y, por consecuencia, tener? Fue allí donde se formó la idea: helados naturales con frutas…
Casi todos los días al despertarme como a las 5 de la mañana en mi existía este emprendimiento de hacer helados naturales con topping de frutas y demás, y te preguntaras ¿helados? Siempre que le pido algo a Dios le dejo saber que el me creo y que como él me conoce ni yo misma me conozco; que depositara en mi aquello que me defina, que cuando exista ese deseo ardiente en mi interior de lograr el propósito depositado no me pese nunca.
Así de simplificado nació lo que hoy ya es una marca, pero que en ese entonces no tenía ni idea de cómo se llamaría. Duré más de 3 meses pensando en lo que Dios sembró en mi hasta que decidí platicarlo con alguien “mi mami” quien me apoyo al cien y me recordó algo que ya yo sabía, de manera muy superficial. En su juventud ella también emprendió ese negocio y le fue muy bien. Me conto tantas anécdotas que hasta me hizo llorar de la emoción. Le dio bastante curiosidad el origen de esa idea y al contarle Dios me confirmo de muchas maneras que ese era su plan.
Cuando llegué a los Estados Unidos, con el respaldo de Dios y mi esposo, compré mis utensilios, probé sabores, acepté críticas, ajusté todo lo que hacía falta. Mi primer cliente: mi hermano, quien me apoyo desde el día 1 probando todos y cada uno de los sabores y llenándome de elogios y críticas constructivas al mismo tiempo para mejorar dicho proyecto que hoy ha sido de mucha bendición para mi familia y para mí. En un abrir y cerrar de ojos vender helados se volvió parte de mí, tal cual como fue pedido. Poner a volar mi imaginación cada día; pensar con que otro sabor, mermelada o postres voy a continuar deleitando a mis clientes se ha vuelto mi diario vivir y venderlos de manera orgánica. Es ahí donde la gente empieza a decirme “la chica de los helados” y yo feliz.
Dos semanas después de haber incursionado en ello. Una tarde sentada en la cama de mi habitación sin abrir mi boca, nació una pregunta en mi interior ¿Qué nombre le pondré a lo que me entregaste? instantáneamente llego a mi mente: ¡Echa pa’ ca! Helados Tropicales del Trópico. No solo fue una respuesta inmediata de parte de Dios. Cuando yo pronuncié en voz alta ese nombre tuve más respuestas que preguntas. Porque entendí que el nombre se identifica con mi persona, es un nombre juguetón y caribeño. Un nombre que sugiere cercanía, una invitación a disfrutar, a acercarse, un nombre que denota simpatía y que expresa sabor popular.
Mi emprendimiento hoy en día va mejor de lo esperado o imaginado. Me ha sorprendido demasiado la gracia que Dios ha depositado en mí; sin dejar de mencionar el nivel de aceptación en el mercado que me lleva a pensar con total responsabilidad que hacer la diferencia y hacer que cada decisión sea la correcta lo es todo. Por tal razón mis helados son (artesanal, entiéndase natural y creativo).
No obstante, sueño con lograr tener una tienda, nuevos sabores y expandirme. “El éxito es la realización progresiva de un ideal digno”.
Nunca sabrás de lo que eres capaz… hasta que tomes acción.